Wong Kar-Wai: El mito de la cultura asiática y su triada del amor

 




    Con una inmaculada estética como la del director Hongkonés, cada instante de la vida se convierte en una sutil obra de arte, profesadas por el lenguaje no verbal de sus tomas minuciosas, logra detallar cada movimiento, expresión, incluso cada tramo de respiración contenida por parte de sus personajes, lo que lo aleja así del plano general desprovisto de los fragmentos más relevantes que componen un todo en la obra.


    La vestimenta del propio director reafirma su visión artística, con un estilo constante y minimalista, se deja embelesar por el color negro que le viste de pies a cabeza, reflejando incluso su gusto por dichoso tono en sus siempre emblemáticas gafas.

 


El director Wong Kar-Wai posando frente al poster de
su famosa película Chungking Espress 

    Sus películas ahondan hasta en las entrañas de lo más profundo, se retratan las emociones palpitantes con escenas míticas, donde los silencios atrapan los personajes, mas sus lenguajes corporales expresan fervientemente sus deseos más ignotos. Acompañados de las expresivas canciones que prometen ambientar los sitios vacíos, los eternos recorridos nocturnos, o los momentos que traspasan el tiempo, aquellos que, inundados son por un presente constante, se crea entonces una perfecta armonía entre los personajes con la atmosfera, que, a su vez, demuestra la calidad del trabajo, producto de la colaboración entre Wong Kar- wai y su leal director de fotografía, el australiano Christopher Doyle.



Wong Kar-wai con su director de fotografía
Christopher Doyle. Año 1990 en el rodaje de 
"Days of being Wild" 
    

    

    Un indicativo del impacto de sus trabajos, es como siempre consigue transportarnos a un nivel casi religioso cuando nos disponemos de disfrutar sus filmes, porque si no ¿Qué más nos haría, incesantemente, cuestionarnos el deseo ardiente de abandonar todo lo conocido en nuestra vida y embarcarnos en un viaje de emociones intensas?


¿Qué convierte a Wong Kar-wai en el poeta visual?

 

    Influenciado enormemente por la corriente cinematográfica Nouvelle Vague, bebió de la esencia de los cineastas franceses, quienes abogaron por una libertad máxima de sus visiones y el estilo realista, despejando las escenas de efectos artificiales que pudieran estropear la naturalidad de la historia.

 


Jean-Luc Godard en el año 1964.
Principal exponente de la corriente Nouvelle Vague


Triada del amor: 

  Su capacidad narrativa, calificada a menudo como “sensual” logra sus primeros aciertos con su segundo film “Días Salvajes” posteriormente realizaría su obra maestra “Con ánimo de amar” con la cual es premiado internacionalmente en los Premios César y nominado a los Premios BAFTA y los Independent Spirit Awards, a esta le seguiría “2046” la cual le valió un premio del Círculo de Críticos de Cine de Nueva York. Estas películas conforman una trilogía informal. 



Día Salvajes- Si el pasado no se purga, infecta todo en presencia de nuestro corazón:


Poster promocional en Hong Kong
El tiempo se muestra como esencial en la trama 

    Lo incontrolable nos conduce a finales fatídicos, bien lo sabe el protagonista Yuddy, (Leslie Cheung) quien, posee un pasado cargado de contradicciones, representado por su madre biológica de la cual desconoce y su madre adoptiva, una ex-prostituta con adicción al alcohol, ambas mujeres supondrán un importante impacto en su vida, una con su presencia y la otra con su ausencia. Este hecho enmarca astutamente los sentimientos del protagonista y relata la decadencia que se extenderá hasta su vida adulta; la cual se traduce en un vaivén de relaciones problemáticas a causa de su actitud de mujeriego.

    

    Sus víctimas son las féminas Li-Zhen (Maggie Cheung) una camarera, incapaz de resistirse ante la presencia del protagonista incluso hasta en sus sueños,   que alberga además el profundo deseo de comprometerse con su amado y convertirse en esposa, por otro lado, tenemos a la bailarina de Cabaret (Carina Lau) que tiene por nombre artístico “Mimi”, la cual se ve envuelta también en la desgarradora seducción de Yuddy.

 

    Como un maleficio conjurado desde los encantos varoniles, las dos mujeres se convierten en efecto de su dolor, trasmitiéndoles a ellas la agonía tras ser abandonadas. Su interés no disminuye, al contrario, aumenta al no poder olvidarlo, rechazando cada posibilidad de encontrar de nuevo el amor.

 

    En un vuelo directo a Filipinas en búsqueda de sus padres biológicos, Yuddy se enfrenta a una decepcionante bienvenida. La trama se traslada entonces al país del sudeste asiático, seguido por “Mimi” con la ayuda monetaria de Zeb (Jacky Cheung), el mejor amigo de Yuddy, quien posee intensos sentimientos hacia ella, a su vez el enamorado de Lin Zhen, Tide (Andy lay) se enlista en la marina y debe servir en Filipinas, tras comprender las ansias de Zhen por renovar su vida en otra ciudad.


    Es relevante mencionar la metafórica narrativa que se presente entre sus dos amantes en la trama y sus dos madres. Insiste en ocupar un espacio en su deteriorada alma, “Mimi” la bailarina de cabaret, oficio nocturno que tiene en común con la madre adoptiva de Yuddy, la cual se resiste de revelarle quien es su verdadera madre por temer a perderlo, mientras que Li-Zhen desiste de él, tal como su madre biológica una vez hizo con su infante alma.


Con ánimo de amar- Oda a un amor imposible:

 


La famosa escena donde los protagonistas se enteran 
de la infidelidad de sus esposos.

    La naturaleza del amor es una compleja red de emociones contrarias que desatan una incertidumbre entre los involucrados. Gracias a la expresión visual de Wong, se teje un fino telar donde se separan a los personajes de nosotros, los espectadores. Con una astuta dirección, postra la cámara a una distancia lejana de sus encuentros y nos relega a observarles en fragmentos que añaden más lejanía a nuestros sentidos curiosos.

 

    La trama revela la condición de los personajes principales, un editor llamado Chow Mo Wan (Tony Leung) y una periodista Su-Li-Zhen (Maggie Cheung) son vecinos, ambos casados, pero no entre sí. Son entonces los matrimonios de ambos una infortunada coincidencia que supondrá una barrera invisible para el contacto físico.

 

    Durante la hora y treinta y ocho minutos que dura la película, nunca es apreciable un beso por parte de los protagonistas, se funden en amor solo entonces bajo una tormentosa lluvia, cuando ambos comparten un desesperado abrazo que, en pro de su intimidad, la cámara nos vuelve a renegar la presencia, enfocando al alumbrado público al compás de las gotas de lluvia. La duración de la escena desata nuestra imaginación, ¿Qué ha pasado durante esos minutos eternos? ¿Han traicionado sus ideales y han actuado como sus esposos? 


    Una discusión ocurre cuando sus sentimientos comienzan desquebrajar las murallas que ellos mismos se han impuesto, guiados por la moral, no pueden cometer los mismos actos viles de infidelidad por parte de sus maridos. El director Wong kar-Wai invita a una pasional reflexión ¿Podemos cometer los mismos actos por los que fuimos lastimados y aún sentirnos en paz con nosotros mismos? La crudeza con que se expone la traición puede incluso pasar desapercibida. Los rostros de sus esposos nunca se presentan, aparecen como figuras sin identidad, apreciándose solo sus espaldas.

 

    La historia se centra en el amor creciente y la imposibilidad de concretarlo. Es famosa la secuencia donde los dos protagonistas se encuentran diariamente a través de un largo pasillo cuando visitan un puesto de comida callejera, acompañados de la magistral tonada “Yumeji´s theme” del compositor japonés Shigeru Umebayashi. Una vez sentada la atmosfera, la paleta de colores, así como los cuidados movimientos de ambos protagonistas, son capaces de transportarnos al Hong Kong de 1962, una época donde predominaba la clase trabajadora y las carencias estaban presentes en el día a día, con el arrollador paso del tifón Wanda, la pobreza y las muertes impregnaron las calles, sin embargo, nuestros protagonistas no son víctimas de los desastres externos, pues la agonía de ambos se desarrolla en lo profundo de sus almas. 




 

2046, Cumbre de una pasión que finalmente se consuma:

 


El poster nos da un indicio de como 
la trama será más salvaje y pasional

    ¿Cómo superar un pasado que asecha en cada suceso de nuestra vida? La obra se concibe como una continuación más desatada de “Con ánimo de amar” donde las barreras se desbaratan, los caminos se cruzan y la sensualidad abandona su sutil representación, embriagando a los espectadores con tomas que explotan todo el erotismo, sin embargo; en este despliegue de pasiones, la soledad persiste, el protagonista Chow Mo Wan (Tony Leung) aún se encuentra invadido por el abatimiento que se presenta al recodar lo que pudo ser su gran amor.

 

    Como se ha mencionado al principio de este desglose de la triada del amor, hay una clara unión entre las tres películas, compartiendo además una estética cuidada, encuadres inmersivos y una paleta de colores terrosas; las distintas tramas convergen en una sola: El amor no es cuestión de encontrar un deleitante fruto que simule ser el más maravilloso de entre todos, sino el tiempo que como un torrente invernal puede destruirle veloz o lentamente. ¿Cuál es la mayor agonía que convivir con el objeto de nuestro afecto y comprender como el tiempo no es nuestro mejor aliado? El protagonista se ve afectado por el pasar de las temporadas que, le retumban en su cabeza. Ya ubicado en un presente, no es capaz de concentrar su mente en dicho momento.


¿Por qué 2046? 

Mediante una perspicaz metáfora; el tiempo (concepto de suma importancia para Wong kar-Wai, que basa sus filmes en la rapidez o lentitud extrema de las escenas, transmitiendo aquellos instantes que deseamos sean eternos y otros que apresuramos su fin) se conjuga en sus tres etapas, el pasado con su recuerdo de aquella fémina de sus deseos, así como la habitación de hotel número 2046 que solía compartir en sus encuentros con la señora Su Li-Zhen en "Con ánimo de amar"  En el presente, el escritor Chow Mo Wan, solicita la habitación 2046 pero en su lugar recibe la 2047, una sutil pero poderosa metáfora de su deseo ferviente por retornar a aquellos días y como la crudeza de los eventos no le permitirá hospedarse en dicho sitio; la habitación 2046 se encuentra en remodelación, así como su alma debe de renovarse. El futuro se encuentra en la palma de su mano, más específicamente en la novela de ciencia ficción ambientada en el año 2046 que el protagonista está escribiendo. 


Conclusión, algunos instantes pueden ser eternos:

 


Chungking Espress 



Fallen Angels 


    La obra de Wong kar-wai retrata la expresión más profunda del ser, los elementos se combinan para crear una armonía visual incluso en los eventos más caóticos (La escena de la película “Fallen angels” donde un sicario entra a un sitio de media noche y decide matar a todos los que allí se encuentran)  y como el ruido de fondo, que resulta ser la entrañable tonada de “California Dreamin” puede callar nuestros pensamientos( La escena donde el policía y la empleada de un puesto de comida charlan en Chungking Espress)  

 

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