Piotr Ilich Tchaikovski: El compositor de los grandes Ballets

 

 

¿Qué es un hombre, atado en cadenas de su condición y prodigio, que vuelca sus penas en aquello que le implora su interior en realizar, mas a su vez duda enormemente del valor que reza en su espalda? El compositor Tchaikovski, así como muchos otros martirizados de la historia artística, sufrió en vida los pesares de tener que ocultar su homosexualidad al temor de las consecuencias bajo una sociedad de represión hacía la diversidad sexual en la Rusia del siglo XIX, rozando muchas veces con fuertes depresiones que le llevaron a cuestionarse su permanencia en el conservatorio de música como profesor, así como incluso su existencia en el mundo terrenal.

Pese al sinuoso camino que tuvo que atravesar, sus composiciones gozaron de prestigio y honor, aclamado incluso por el Zar y dotado de una pensión gracias a su éxito mundial. Las represiones de la academia terminaron por apabullar más su espíritu, el cual cesó la labor con su cuerpo en el año 1893.


La voluntad supera la gloria:




Tchaikovsky su esposa Antonina Mililukova en 
el año 1877

Como fue mencionado anteriormente, sus talentos fueron reconocidos en el goce de sus capacidades y no como es hartamente común, que artistas incomprendidos se atipujen de los placeres de la fama tan solo después de su muerte. Más allá de su talento que según las opiniones extendidas entre el público, su trabajo comprendía una calidad superior, de mérito reconocible por su elevado profesionalismo, en comparación a sus contemporáneos del llamado “Grupo de los cincos” los cuales promovieron el nacionalismo en sus obras musicales, distando de su visión más occidental; la gloría de su obra no residía únicamente en una innata capacidad, si no fue su actitud resiliente ante los infortunios, como su lucha por ingresar al Conservatorio de San Petersburgo frente a la oposición de su familia.

La senectud le fue de tremendo pesar, con menos esperanza en sí mismo, la velocidad de sus creaciones disminuyó mas, resaltó siempre con su actitud ante la adversidad. Para su sinfonía final llamada “Patética” (cuyo título original era “Apasionada”) entre una serie de cartas llegó a mencionar, que incluso si no rendía como hace 20 años, no cesaría su labor; esta afirmación se vuelva más notable al revelarse que el compositor agonizaba de cólera, muriendo uno meses después de haberla terminado.


El ballet danza en su nombre:



"Ballet Ruso" pintura de Konstántin Sómov. Año 1930


El lago de los cines (1877) La delicadeza es un filo velo incapaz de ocultar el más oscuro secreto:



Escena del Lago de los Cisnes
 

La magistral capacidad para coincidir cada nota con los refinados pasos de las bailarinas, se demuestran con creces en sus composiciones posteriores, Chaikovski con el pasar de los años, se entregó en alma a un estudio exhaustivo de las partituras de los “especialistas” quienes eran los conocedores de la melodía ideal puesta en escena. Pese a una negativa inicial por parte de Piotr hacía dichosos compositores, tras escuchar el ballet Sylvia del francés Delibes, volvió a reafirmar su gusto por la música occidental, así como rectificar sus opiniones sobre la capacidad asociada a los compositores clásicos de ballet.

 

“El lago de los cines” hizo su primera aparición entre el público, solo dos años después de haberse iniciado el proceso. Agradece su rápida elaboración a la exaltación juvenil que dotaba al compositor en esos años, que con gran iniciativa para completar su labor y comenzar su siguiente obra demostraba su gusto apasionado con la música. Sin embargo, fue justamente su virginal conocimiento sobre las obras de ballets, que supusieron una serie de dificultades técnicas para la presentación, que, maleficiada además por lo austera de su producción, se plagó de desafortunados conjuros sobre su dudosa gloría venidera.

 


La bailarina Anna Pavlova en el lago de los cisnes

La trama se compone de una dama hechizada por la codicia de un terrible brujo, quién la ha condenado a volverse un cisne blanco cuando la luz de luna tiñe y cae sobre su delicado cuerpo. Otras doncellas también sufren su irónico destino, una tragedia vestida de fino plumaje y blanco cual nieve.

Aparece un gallardo caballero con la mirada dispuesta a cazar una bella criatura y convertirla en un trofeo digno de su despreocupada vida como príncipe, Sigfrido desatiende sus obligaciones monárquicas por no desear comprometerse sin sentir la maravilla del verdadero amor. Un idealista que luchará hasta el final para juntar su alma con quién le ha embelesado.

El encantador lago llama por su presencia, y en lo que sería una expedición de cacería se convierte en una aparición etérea de Odete, trasformando su plumaje en carne humana. El argumento guarda mayor crudeza que aquella que muestra en su superficie, pues dicho lago fue creado por las eternas lágrimas de los padres muertos de la doncella, que sin poder soportar la pena de que azotaba a su hija, terminaron cediéndole sus últimos llantos a formar lo que sería su morada.

Ocurre un vil acto por parte del brujo, Rothbart y su hija, Odile con el cual logran engañar al príncipe, mientras sustituyen la apariencia de Odile por la bella Odette, que es poseedora del corazón de Sigfrido. Una noche donde sus almas danzantes, sucumbieron al amor profundo, pues incluso en conocimiento de sus imperfecciones y maleficios, la veracidad de sus sentimientos prevaleció. Así queda constado cuando el valeroso príncipe batalla con el Rotbart arracando una de sus alas, y acabando así con sus poderes.

El triunfo ante el posible devastador final que podría haber llevado a Odete a la tumba, convierte a esta obra de ballet, en una comedia más que una tragedia, que pese a los numerosos finales alternativos que se han propuesto y a su vez realizado, la versión original de 1877 sustenta la felicidad permanente de ambos protagonistas. 


La Bella durmiente (1890). Descansa en sacrilegio la más bella rosa:

 


Representación de la bella durmiente. Royal Ballet. 2011


Cuando los recibimientos de su ballet anterior “El lago de los cisnes” no fueron una horda de aplausos y halagos, él ánimo de Chaikovski se encontraba visiblemente decaído, sin embargo, se motivó a la elaboración de su segundo ballet, “La bella durmiente” entusiasmado por la riqueza de la historia y habiendo encontrado la inspiración necesaria para lo que sería su obra maestra barroca, inspirada en la época de Luis XIV.

Habiendo recibido indicaciones específicas sobre los detalles de la composición, Piotr encontró en dichas regulaciones una manera de hacer surgir su arte creativamente y a la vez cumplir con los requerimientos que se le exigían. Creó entonces una obra de gran prestigio en comparación a su anterior ballet. Extendiendo sus horizontes a otras regiones de Europa, el gozó ante su creación proliferó rápidamente.

La trama cobra vida con los personajes clásicos de la redacción de Charles Perrault y a la vez de la edición de los hermanos Grimm, además de incluir otros prospectos de literatura clásica francesa, tales como El gato con botas, La cenicienta, Caperucita Roja, entre otros.



Carlotta Brianza como la bella durmiente (1890) 


El ballet abre su telón con una luz de esperanza, ocurre el nacimiento de Aurora, hija del Príncipe Florestán XIV y su amada reina, fugazmente el palacio se llena de gozo mientras los ciudadanos se regocijan la llegada de su próxima reina, abundante de belleza, dulzura, talento, así como jovialidad, sin embargo, la fortuna de la joven no duraría demasiado pues, ponto azotó con su terrorífica presencia, la bruja Carabosse quien no dudo en alegar la falta de invitación al nacimiento de la princesa.

Condenada a yacer en su tumba tras picarse el dedo con el huso de la rueca, la juvenil Aurora de unos 16 años, caracterizada por su inocencia, se encuentra con una vieja, el día de su cumpleaños, quien le ofrece como obsequio un huso, Aurora, por desconocimiento del objeto que es, termina cediendo al impulso y sellando así su destino. Sin embargo, el encantamiento realizado por el hada de las lilas, la cual suaviza la contundencia del maleficio conjurado por la Bruja, coloca un rayo de esperanza entre sus padres y los ciudadanos, mientras que la malvada bruja se marcha creyendo erróneamente que su plan ha rendido frutos.

Los 100 años transcurren y el eterno sueño de la joven promete llegar a su fin, cuando el príncipe Desiré es impulsado por la aparición del hada de las lilas a cometer el ansiado beso y despertar además a todo el reino quienes acompañan a Aurora en su descanso. La obra finaliza con el matrimonio de la pareja, en un acompañamiento de los personajes clásicos de la literatura quienes danzan para ellos, con entusiasmo y alegría. 



El cascanueces (1892) -La fortaleza puede residir hasta en un artilugio de madera.






La bailarina Benedicte Bermet como Clara en el Cascanueces

Elevado a una mayor consideración por las criticas favorables que surgieron de acorde a su segundo ballet, “La bella durmiente” su voluntad no hacía más que fortalecerse. Por esta nueva consideración de sí mismo, su trabajo complació al público como era de esperarse. Sus tonadas se han convertido en un himno irremplazable de la navidad. Su famosa “Danza del hada del azúcar” evoca a un paisaje invernal cubierto de una atmosfera esotérica.

Enfocando en la versión de Alejandro Dumas sobre “El cascanueces y el rey de los ratones” con algunas omisiones por su extensión, la obra procedió sin mayor intromisión, sin embargo; Chaikovski no se encontraba tan entusiasmado por su elaboración, fue entonces por la incitación de un amigo que su interés creció día con día.

La acogida del público no fue la más favorable, el elenco se llenó de críticas, desde los bailarines como los creadores de los libretos, Chaikovski sin embargo salió más victorioso ante los dardos incesantes de los críticos y del público, su muralla se constituyó de su armoniosa y peculiar composición.


La trama se reduce a dos actos, donde el telón de abre con delicadeza para mostrarnos una calidad celebración familiar, su protagonista, Clara decora con emoción el árbol de navidad, acompañada de su hermano Fritz y sus progenitores, sin embargo, la velada es prontamente interrumpida por la llegada del padrino de clara, Drosselmeyer quien presuntamente es un mago.

Su padrino llega atiborrado de obsequios, un claro festín para los niños, mas Clara carece de alegría en su rostro pues teme no recibir ningún regalo. Drosselmeyer le presenta entonces un cascanueces con quien la niña encuentra una conexión de inmediato, mientras la euforia que impregnaba la morada empezaba a contagiar a Clara, su hermano abandonaba el ambiente agradable y se llenaba de envidia. En un acto de furia, arrebata al muñeco de Clara y lo destruye sin pensarlo dos veces.

En la noche mientras los presentes disfrutaban de la siesta, el sonido entorpecedor del reloj al tocar las doce, despierta a Clara quien presencia una escena de lo más desagradable, una colonia de ratas invadía la habitación mientras el árbol de navidad engrandecía su tamaño y el cascanueces se tornaba en un ser viviente.

En una astuta movida y gracias a la generosidad de Clara, el cascanueces logra apuñar al rey ratón y dar fin con su vida. A partir de allí comienza un viaje de carácter onírico, Clara, el cascanueces convertido en príncipe, y su padrino Drosselmeyer que ha desasido el hechizo que atormentaba al joven, dispuestos ya en el encantador reino de los dulces, son recibidos con una danza por el Hada del azúcar, a quien le precede las demás hadas de los respectivos dulces, se realiza una danza española en representación del chocolate, una danza china para el té, una danza árabe para el café y así sucesivamente. La obra cierra el telón con Clara despertándose complacida por la grandiosa aventura que ha vivido.

Para lograr un efecto más celestial, Chaikovski optó por el uso de un instrumento para entonces desconocido, la celesta, una especie de piano de menor tamaño capaz de originar melodías celestiales. Su uso en la danza del hada del azúcar asombró al público de esa época que no comprendían de donde venía esa hermosa tonada.





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